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Más Recuerdos

No puedo dejar de soñar.

Mis sentidos vuelan en el ancho cielo azul entre las nubes blancas que van cambiando sus formas invitando a los sentidos a crear, ilusionarse e imaginar cosas que despertarán todas las fantasías de la mente para poder sentir en el ser, que aún florecen en los campos del alma todos y cada uno de los recuerdos, de las vivencias y de las historias que se engendraron en mi amado y añorado pueblo de La Ribera de Folgoso en épocas en las que espigaban los cuerpos adolescentes e inquietos. Aún hoy, parece no haber transcurrido el paso de los años e imagino que continuamos en plenitud de los sueños...

Sueños que junto a los míos, otros también los vivieron, dejándolos escritos en la memoria de los que aún permanecemos y en las anécdotas e historias de los que ya nos han dejado.

Recuerdo aquellos meses de verano cuando siendo adolescentes espigaban en nuestro cuerpo las inquietudes del amor....

Era por San Juan cuando casi siempre comenzábamos a segar la hierba en las praderas de las Veigas de arriba (prados a mitad de camino entre Folgoso y La Ribera). Allí donde el agua que da riego a todas las huertas de mi pueblo es desviada del río Boeza, que después de un largo recorrido llega a dar vida a todos los frutos del lado de La Veiga, ya que para La Villa; el agua se recoge en otro lugar del que ya os hablaré, que es conocido como Las Tapias...

¿Por qué cuento esto?; simplemente porque aquel día de San Juan, era la fiesta más importante del pueblo vecino, Folgoso. Allí nos citábamos todo tipo de gentes de toda la comarca, de casi todo el Bierzo Alto para disfrutar de las muchas cosas que aquella fiesta nos ofrecía y que han quedado impresas en nuestro corazón para el resto de nuestros días.

La Pista de Baile de Balboa, lugar obligado de cita, donde las hermosas mozas de Folgoso, eran quienes hacían del lugar un jardín que a modo de paraíso, procuraban que los mozos pecaran y los adolescentes, espigaran con inquietudes y deseos que nunca olvidarían. Bailaban y se sentían ya mozos, aunque en la realidad, forjaría otra vida muy distinta. Pero aquel día de San Juan, cuando comenzaba la siega normalmente, marcaba un antes y un después en todas las vidas del valle del Boeza.

Era a partir de esa fiesta cuando las inquietudes florecían como florecen las flores en los campos, casi nadie podía dejar de pensar en Folgoso, en los baños de la Presa de la Peñona, en la pista de baile, en los paseos por la carretera acompañados de las hermosas mozas y de las farras en los bares de aquellos mineros que nosotros tratábamos de imitar...

Folgoso siempre ocupó un lugar importante en aquella época para nosotros que empezábamos a destetarnos de la niñez, era para nosotros un mundo nuevo, un lugar donde las fantasías fluían una tras otra sin temor y sin vergüenza, era una manera de ser mayor siendo aún adolescente recién estrenado y así; todo aquello marcaría en nuestra vida un significado y un camino que nos ha hecho felices durante tantos años...

Ángel Alonso Álvarez, 1 de agosto del 2011
Publicado originalmente en Facebook el 13 de julio










 



 
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